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Rompiendo Barreras: El Rol de la Mujer en el Activismo Colombiano- Una Conversación con Karol Solís Menco

  • Foto del escritor: Comité Estudiantil de Relaciones Internacionales
    Comité Estudiantil de Relaciones Internacionales
  • 8 mar
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 29 mar

Entrevista realizada por la Directora de Redacción 2025, Mariana Benavides, junto a los miembros de CERI Maria José Bossio y Mélina Planckeel.

Fotografía tomada del perfil de Instagram de @karolsolismenco


Karol Solís Menco es una profesora muy apreciada en nuestra Alma Mater, reconocida por su compromiso con la enseñanza, la investigación y el activismo político. 

Es politóloga e internacionalista, con una maestría en Ciencia Política de la Universidad del Norte, en doble título con la Universidad de Salamanca, y un Master of Arts in Political Science de Florida International University. Además de un doctorado en la misma institución.

Su trayectoria profesional inició en el periodismo político y económico en El Heraldo, donde pasó de ser estudiante en prácticas a redactora de planta. Luego, entre 2012 y 2016, se desempeñó como coordinadora del programa de Ciencias Políticas y Gobierno en la Universidad del Norte. Ese mismo año dio el salto al ámbito investigativo en FIU, consolidando su perfil académico. Entre 2020 y 2023, trabajó como investigadora senior asociada en ICR Miami, donde fue analista y estratega en proyectos en América Latina y Estados Unidos. 


Hoy en día, es consultora y managing partner de Assertiva, donde guía a clientes de los sectores público y privado en estrategias políticas y de comunicación. También es profesora e investigadora de la Universidad del Norte, apasionada por el avance de la Ciencias Política, los derechos de la mujer y la promoción de la justicia social.  Más allá de su labor académica, Karol Solís es una figura clave en el activismo y la comunicación política en el Caribe. A través de las redes sociales, ha impulsado el debate ciudadano mediante la pedagogía política, consolidándose como una voz influyente con una comunidad digital de más de 285.000 seguidores: más de 100.000 en Instagram, 156.000 en Tik Tok y más de 27.000 en X.


En el marco del Día de la Mujer, nos comparte sus experiencias y reflexiones sobre el papel de las mujeres en el activismo político en Colombia. Desde el Comité Estudiantil de Relaciones Internacionales, le hicimos 8 preguntas por el 8 de marzo, y estas fueron sus respuestas.  


  1. Nos gustaría iniciar esta entrevista conversando sobre uno de sus más recientes proyectos. A través de redes sociales, está actualmente construyendo una hermosa comunidad de mujeres, que, por medio del autoconocimiento, los viajes y las historias compartidas navegan juntas las aguas profundas de la vida. ¿Cómo definiría usted su proyecto Aguas Profundas? ¿Y qué impacto busca tener en las mujeres que participen en él? 


Bueno, Aguas Profundas es un proyecto de dos amigas Caribe, Gigi Borré y mío, que enlazadas inicialmente por nuestras luchas alrededor de los derechos humanos, nos reconocimos la una a la otra como mujeres también muy ambiciosas y con deseos de autonomía y libertad financiera. Entonces, a partir de eso nos unimos en lo que es un emprendimiento que describimos como un universo de experiencias, y ese universo incluye un podcast de conversaciones íntimas, viajes de mujeres, y piezas de indumentaria. Es nuestra apuesta conjunta por hacer empresa, construida hombro a hombro, al tiempo que hay dentro de la producción de cada proyecto y las experiencias que brindamos valor para la vida de las mujeres. En visión, Aguas busca ser un lugar en donde hacemos del placer cotidianidad cuando estamos juntas, del goce la regla, del acto de comer sin culpas y el junte entre mujeres un tiempo de diálogo hacia adentro que se lleva cada una a partir de su interacción con las demás.


  1. Además de su notable presencia en redes sociales, usted ha construido una trayectoria sólida en la academia, y también ha incursionado de una manera absolutamente valiente en el activismo. ¿Qué la llevó a elegir y resistir en este camino? 


Yo tengo, en efecto, una trayectoria sólida en la academia. Por solidez me refiero más a constancia y persistencia que al cumplimiento de las expectativas propias de la academia más tradicional. Desde 2008 que pisé un salón de clases en mi primer pregrado, no he sabido más lo que no es estar vinculada a una Universidad, en Colombia o en Estados Unidos. Sea como estudiante, como administrativa, como docente, como investigadora. Este año entregaré mis primeros textos para libros, pero serán los primeros, me falta mucho en ese sentido para parecerme más a lo que pide una universidad hoy, aunque esté aquí. Mis pasiones solo las ubico en dos momentos, y entrego allí corazón y alma: cuando piso un salón de clases, o cuando piso la calle, sea la calle digital que supone el uso de redes para debatir lo público, o la calle para sumarme a movilizaciones. De resto, soy quizá muy activista para la academia y muy académica para el activismo.

Dicho esto, que vomito como necesario, les respondo: La academia la elegí por una sed por entender. Así como la Ciencia Política era por entender el poder que determinaba mi mundo y sus límites, la academia para curiosear un mundo más amplio y adquirir herramientas para transformarlo. Quizá todo lo que soy es una gran chismosa bien orientada, alguien a quien le gusta entender los detalles de las cosas y atar cabos, y dado que resulto buena en ello, también soy buena para ubicarme frente a una pizarra. Es solo ese preciso momento de interacción con ustedes, estudiantes, lo que me permite seguir entendiendo el mundo conforme su existencia joven lo cambia. El activismo no sé explicarlo. Soy una mujer de pasiones, entiendo que tengo unos derechos y herramientas a mi disposición, y de repente me hallo con la sangre hirviendo y la palabra en la boca, y a veces el cuerpo en la calle. No es más.


  1. ¿Cuáles son, a su juicio, los principales desafíos que enfrentan las mujeres en la participación política y social, tanto en el Caribe como en el resto del país? ¿Cree que ha habido avances? 


Las mujeres seguimos enfrentando retos enormes en términos de la participación política. El otro día, en un diálogo importante para mí, de un proyecto, salió la idea de que yo era política sin ser política. Pero, realmente no es así. Yo soy política y hago política, solo que no hago política electoral porque me parece un mundo muy duro con las mujeres. Capaz no tengo ese coraje aún.

 

En el mundo, no llegamos al 30% en participación en promedio en órganos como los Congresos o Parlamentos, pero tampoco necesitamos mujeres rellenando listas, sin ninguna intención real de obtener poder. Y aún más importante, necesitamos un mundo menos violento cuando las mujeres llegan a esos espacios y les cae encima todo el peso de los estereotipos de género y terminan exhaustas porque se tienen que esforzar el triple que el compañero promedio para demostrarse suficientes, eficientes, capaces.

 

Necesitamos financiación, flexibilidad laboral para compaginar las cargas del hogar con la vida laboral, compañeros o parejas más cuidadoras y dispuestas a compartir las cargas de construir familia y sostener casa, necesitamos no ser la cuota, sino las reconocidas como igualmente capaces que nuestros pares hombres, necesitamos cerrar la brecha salarial, y la lista sigue.

 

Necesitamos más mujeres en política, electoral y no electoral, pero también necesitamos un mundo menos violento para alentarles a participar de forma más decidida.

 

  1. En su trayectoria, ha liderado protestas significativas, como la realizada en el peaje Papiros en Puerto Colombia. Desde su experiencia como mujer activista ¿Qué aprendizajes obtuvo de esa movilización y cómo cree que impactó en la comunidad?


Primero, la segunda parte de la pregunta: ¿Qué impactó en la comunidad? Papiros trasciende lo relacionado con el peaje. Es decir, allí hay una caseta de control que no debe existir. Punto. Vulnera de forma sistemática derechos, trunca el progreso, y nos encierra a los porteños que, como mi familia, no tenemos otra salida que transitarle. Lleva más de dos años ya suspendida, mayoritariamente gracias a la lucha social. Pero, Papiros logró cosas más trascendentales: amplió la conversación sobre el derecho a la protesta y los derechos humanos, y además expuso el abuso de quienes están en el poder. Papiros simboliza hoy otras cosas. 


Ahora, lo segundo: ¿Qué impactó en mí? Yo he tenido dos grandes momentos de (me disculpan la expresión, pequeños adultos), mierda. Uno fue mi divorcio, el otro, el año pasado. Dos momentos que me mataron un poco antes de que yo tuviera que hacer un pare y reconstruirme. La violencia física te hace unas marcas superficiales que tardan poco. El informe de Medicina Legal y Clínica dan cuenta de más de 20 lesiones en total, más de 7 abrasiones y otros signos de trauma. Sufrí acoso sexual. Lo que viví, en un contexto de protesta, puede decirse que fue tortura por parte de las autoridades.

 

Eso hizo que hoy esté en un tratamiento por estrés postraumático. Demasiado personal para entrar en detalles. Pero, por alguna razón divina, porque quizá, si no, el mundo sería todavía más injusto, las mujeres tenemos esta capacidad de sobrevivir y de volver más fuertes. Quizá nunca me he sentido más clara y tranquila frente a la mujer que soy, sus elecciones y sus capacidades, y el poder de una palabra bien dicha porque se cree genuinamente en algo. Eso sí, como digo siempre, la vida es el primero de los derechos, sin ella no se puede luchar por nada más, así que estoy también concentrada en cuidarla, en cuidarme, pero nunca callada.

Cuando uno tiene las pasiones que tiene, quizá podría renunciar a ellas y elegir otra vida, pero ¿qué clase de vida viviría?


  1. Durante las manifestaciones en Papiros, el año pasado, usted enfrentó situaciones de violencia y acoso, algo que tristemente muchas mujeres activistas también han vivido. Alzar la voz en un país como Colombia implica lastimosamente un gran costo emocional y físico.  ¿Ha sentido miedo en su rol de activista? ¿Cómo ha encontrado la fuerza para seguir adelante? 


Sí, siempre siento miedo, tengo instinto de supervivencia como cualquier ser humano. Pero, la fuerza no viene de ningún lugar diferente al de las convicciones. El límite de mis convicciones debe ser buscar preservar la vida, pues merece vivirla por mí y por los míos.


  1. Desde su experiencia, ¿qué medidas considera necesarias para garantizar la seguridad de las mujeres activistas y lideresas sociales? ¿Qué cambios estructurales considera urgentes para que denunciar injusticias no implique poner en riesgo la vida? 


Se requiere un compromiso firme. No basta con un comunicado, palabras vacías o eslóganes en paredes. Se requieren rutas de atención efectivas y mucho más rápidas en las instituciones, tanto públicas como privadas, en la universidad misma. Y quiero dejar de hablar solo del enfoque de género, me gustaría utilizar la expresión “consciencia”, no desde la consciencia de ser o de pertenencia, como, supongamos, la consciencia de clase, sino desde la consciencia de aprehender, interiorizar.


Y por supuesto, la educación conducente a cambios comportamentales. Creo que es clave caminar el puente del diálogo con los hombres para vincularlos no tanto a la “conversación”, sino a la acción decidida, lo que estamos viendo es una contraola en términos de nuestras conquistas. Pero no sé bien por dónde es que vamos a empezar sin recargarnos las mujeres de la bendita educación del otro en todo escenario, pues no todas hemos elegido la docencia, mucho menos a todas las que educan les reconocen ese que es también trabajo no remunerado y simplemente, como trabajo, cansa.


  1. Muchas mujeres jóvenes sienten el deseo de involucrarse en movimientos sociales y políticos, pero a menudo se enfrentan a barreras como el miedo, la falta de espacios o el cuestionamiento constante de su capacidad. ¿Qué consejo les daría a aquellas que quieren alzar la voz y generar cambios en sus comunidades? 


Dale con miedo, pero salta, que, como dice este letrero de Macondo Herald que tengo en casa, aparecerá la red. La red somos otras mujeres. Te regarán los pies, te sostendrán. El peor enemigo de una mujer no es otra mujer, como dice el refrán. El peor enemigo de una mujer es la violencia machista, esa que, por ejemplo, mata, mientras marcas como Aguardiente Antioqueño deciden sacar para el día de la mujer unas botellas de trago moradas y supongo su equipo pensó era brillante.


Si hay red, hay vida. Para todas, hay una primera vez en algo. Todas nos caemos. Y salen manos, a veces no sé de dónde, y te levantan. Trata, pero siempre con esto en mente: guarda la vida, que es el primero de los derechos.


  1. Desde CERI, sabemos que el 8 de marzo es una fecha emblemática para las mujeres en todo el mundo. Es un día en el que las mujeres se unen al unísono y reclaman sus derechos pendientes, además de celebrar los que, gracias a otras mujeres y aliados, han alcanzado ¿Qué significa este día para usted y cómo lo vive como activista? ¿Qué mensaje les daría a las mujeres que nos leen en esta fecha? 


Ah, esta es corta y sencilla. Resisto en las formas que puedo. A las mujeres: RESISTAN. Y otro día, perreen hasta el suelo. Esa frase se la aprendí a la Fundación Dos Latinas y a mi amiga Gina: "El perreo hasta el suelo y los derechos hasta el cielo." En ese balance vivo, y vaya que soy feliz.





 







 
 
 

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Guest
Mar 08

Q gran trabajo de parte de las entrevistadoras y Karol Solís una mujer de admirar y seguir sin duda 💜

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