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La equidad de género: ¿un tema de la niñez?

  • Foto del escritor: Mariana Benavides Cortés
    Mariana Benavides Cortés
  • 24 nov 2024
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 29 mar

La equidad de género es un tema que ha ganado cada vez más su propio espacio en el ámbito nacional e internacional. Actualmente, mucho escuchamos del cumplimiento de cuotas de género, la implementación de nuevas leyes para la protección de la niña y la mujer, la eliminación de estereotipos, y los desafíos que aún persisten en la lucha por la igualdad. Todos estos temas fueron tratados en el foro Women Working For the World, evento que tuvo lugar por primera vez en la ciudad de Barranquilla, y al cual fuimos invitados miembros del CERI.


El foro fue un espacio inspirador, donde personas resilientes compartieron sus experiencias sobre cómo superar los miedos, romper barreras, reencontrarse consigo mismos y ayudar a los demás en medio de la adversidad. Fue una muestra de que cuando el hombre y la mujer se unen, el resultado es maravilloso, como dijo en uno de los paneles Elsa Noguera.


Fuente: Fotografía propia.


A lo largo del día, resonaron conmigo los comentarios de los oradores que giraban en torno a la infancia. Ellos mencionaban que en esa primera etapa de nuestra vida es en la que podemos heredar, o no, estereotipos y creencias limitantes. Algunos le echaban flores a sus padres por donde están hoy, otros hablaban de cómo han tenido que ir superando lo que les enseñaron. Allí, entre paneles de la jornada, empecé a preguntarme: ¿Cómo quiero criar a una hija o hijo en este mundo que a veces las cifras nos muestran tan despiadado? Intentaré abordar esta pregunta a lo largo de esta nota.


El nexo entre la educación y la equidad de género fue planteado en repetidas ocasiones por los expositores. Por ejemplo, Helda Marino, jefe de oficina de la mujer, equidad y género de Barranquilla afirmó que “Si queremos una transformación en una sociedad, debemos apostarle a la educación. Desde los niños hasta la tercera edad”. Esto no es sorpresa, pues en palabras de Angela María Orozco, exministra de transporte “Cuando a uno le enseñan que todo lo puede, a uno no se le ocurre que tiene límites”.


No hay ejemplo más claro de esto que la vida de Jaison Aristizábal. A Jaison, su mamá le enseñó a enfrentarse a sus miedos en vez de huirles. Le demostró que no tenía límites a pesar de que los médicos le decían que no serviría para nada en la vida por su condición de discapacidad. Jeison aprendió a RESISTIR gracias a lo que aprendió desde casa. Hoy en día es abogado y comunicador social de carrera, además de fundador de ASODISVALLE, institución mediante la que brinda apoyo a los niños en condición de discapacidad de Aguablanca, el distrito en el que nació. Jaison aprendió en casa que todo era posible, y lo materializó en un proyecto de vida admirable.


“¿Cuántos jóvenes cuantas veces dejamos de hacer cosas porque nos da miedo intentarlo?” ~ Jaison Aristizábal

Creo que esta pregunta se exacerba cuando pensamos en las niñas. Y me cuestiono ¿Cuántas niñas no se han atrevido a trabajar en alcanzar una meta porque les han dicho toda su vida que no pueden hacerlo? Muchas mujeres en el país enfrentan barreras debido a los modelos de crianza con los que crecieron, mientras que muchos hombres, sin darse cuenta, imponen limitaciones tanto para ellas, como para sí mismos, debido a lo que heredaron de sus padres.


Regreso a mi pregunta inicial: ¿Cómo criaría a un hijo para que sea agente de cambio, sin importar su género? Le enseñaría que no se debe tocar a nadie, ni con el pétalo de una rosa. Le mostraría que está bien llorar cuando sintamos que el mundo nos pese. Le demostraría a través de mi propio ejemplo que los desafíos se pueden superan. Criaría a un hijo en la ignorancia de que allá afuera las mujeres no son tratadas como iguales. Enseñándole que en realidad las niñas no son inferiores ni superiores. Le mostraría los grandes ejemplos que le han precedido, y como estas personalidades tuvieron desafíos, que superaron, convirtiéndose en figuras que en todo el mundo han por décadas aplausos recibido. Le enseñaría a valorar su cuerpo, pues le permite deambular por esta vida, más allá de si tiene o no pecas o arruguitas. Le enseñaría que, con trabajo duro, todo es posible incluso aunque sus sueños sean descabellados. Estas cuestiones no tienen género y en mi opinión tienen el poder de transformar el mundo.


Sin restar valor a las luchas y los desafíos a los que se enfrentan las mujeres por su condición de género, hoy estoy convencida de que la equidad de género empieza en el hogar. Es en ese periodo cuando se construyen las bases de un futuro más justo y brillante para las futuras generaciones. Todo empieza en la niñez. Todo termina con las limitaciones que se imponen en esta. Quizás con pequeños cambios y acciones cotidianas, sea posible un mejor futuro en el que los niños de Colombia, y de todo el mundo, vivan una vida más equitativa.

 
 
 

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