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La amplia disparidad de género reniega el concepto de ser mujer en Japón

  • Foto del escritor: Lucas David Parra Royero
    Lucas David Parra Royero
  • 30 mar
  • 6 Min. de lectura

Como es de amplio conocimiento, la sociedad japonesa se ha caracterizado por mantener una estructura sumamente patriarcal, siendo los valores tradicionales y los roles de género quienes dictaminan cómo se comportan los individuos. Lo anterior no solo se ha reflejado a través del derecho consuetudinario desde el surgimiento del Estado de Japón, sino que incluso la manera misma en la que se encuentra redactada su carta magna ha moldeado los patrones de pensamiento entre los mismos japoneses.  


Japón: Un país patriarcal

De hecho, concepciones como la reproducción de la mujer, su docilidad y las supuestas carencias a nivel cognitivo que engendra al momento de gestionar actividades empresariales son, aún, lamentablemente, paradigmas que permean radicalmente al país del sol naciente. 


Bajo esta óptica, no es sorprendente encontrar cierta desproporcionalidad e inequidad de género a través de sus actividades cotidianas. Hoy, existe prácticamente una representación femenina nula en prestigiosas empresas niponas como lo son Sony, Toyota, o Casio.


Simultáneamente, la propagación de estereotipos machistas mediante las grandes industrias de entretenimiento es muy visible. Las productoras de animación (como Aniplex), las editoriales de manga e incluso las novelas ligeras son señaladas por muchos sociólogos como las principales responsables de reforzar la connotación de una mujer inservible, inestable emocionalmente y con un valor dependiente en gran medida de su apariencia física.


Consecuentemente, una persona que biológicamente nazca como mujer en Japón, o incluso que sea autopercibida como transgénero, poseerá varias dificultades para alcanzar altos cargos de representación empresarial o incluso para sobresalir en algún ámbito a nivel profesional, debido a, por supuesto, la marcada preferencia que existe por el sexo masculino en la configuración mental de esta sociedad.  En ese orden de ideas, no es impertinente clasificar al país del sol naciente como una sociedad con una mentalidad patriarcal, dado que su población presenta una alta prevalencia de actitudes misóginas y aversión hacia la mujer.


La política en la tierra de los samuráis

El área de la política no es una excepción en esta tendencia, teniendo en cuenta que la participación femenina en cargos públicos es sumamente baja y casi que inexistente. En las más reciente elecciones parlamentarias, la Cámara de Representantes disponía de menos del 10% de los escaños.  

Imagen tomada de Nippon (2018).
Imagen tomada de Nippon (2018).

Dicha problemática se debe a diversos factores ligados a la cultura y sus tradiciones que suelen enmarcar las normativas en la sociedad. Japón ya ha sido criticado por su baja representación de mujeres en la política, ubicándose consistentemente en los últimos puestos de los rankings de igualdad de género en el ámbito político, según los últimos informes del Foro Económico Mundial. Asimismo, la falta de cuotas de género obligatorias y la cultura política dominada por hombres dificultan aún más el acceso de las mujeres a posiciones de liderazgo. Esto no solo limita la diversidad en la toma de decisiones, sino que también perpetúa políticas que no abordan de manera efectiva las problemáticas de género en la sociedad japonesa.  


Uno de los sucesos más polémicos en torno a la discriminación de género en la política japonesa fue el caso de Ayaka Shiomura. Durante una sesión en la Asamblea Metropolitana de Tokio en 2014, esta legisladora fue abucheada y recibió comentarios como “deberías casarte antes de hablar de política”’. Este tipo de actitudes refleja la resistencia cultural hacia la participación femenina en el poder y refuerza la dificultad de las mujeres para acceder a altos cargos. La falta de medidas efectivas para combatir la desigualdad de género en la política se debe, en gran parte, a la hegemonía del Partido Liberal Democrático, de orientación conservadora, que ha gobernado Japón durante décadas y ha mostrado escasa voluntad de promover una mayor representación femenina.


El caso de Kako

Se considera que resaltar el papel y los desafíos que ha enfrentado la princesa japonesa, Kako de Akishino, es de suma importancia para el presente artículo.


Antes de esto, es relevante hacer una breve explicación sobre la línea de sucesión en Japón, una monarquía parlamentaria que aún conserva su legado imperial. Actualmente, el jefe de estado es el emperador Naruhito quien ostenta este título con un papel más que todo ceremonial. Dentro de la Ley de la Casa Imperial, Japón aún emplea la normativa de la “ley sálica”. Esta normativa implica que las mujeres son inmediatamente vetadas de la sucesión al trono del Crisantemo e incluso la herencia de ciertos títulos nobiliarios. 

En esta imagen,  tomada de El País (2018), podemos observar cómo la línea de sucesión al trono japonés es dictaminada por la Ley Sálica, que impide que las mujeres hereden el trono. A pesar de que el emperador Naruhito tiene una hija, la princesa Aiko (2001-), ella no aparece en la línea de sucesión porque las normas de la Casa Imperial de Japón solo permiten que los varones transmitan los derechos dinásticos. Por otro lado, las demás mujeres de la familia, como la princesa Kako (1994-) y la princesa Mako (1991-), están excluidas de la línea de sucesión. Incluso la princesa Nori (1969-), hermana del emperador Naruhito, no tiene derechos sucesorios. 
En esta imagen, tomada de El País (2018), podemos observar cómo la línea de sucesión al trono japonés es dictaminada por la Ley Sálica, que impide que las mujeres hereden el trono. A pesar de que el emperador Naruhito tiene una hija, la princesa Aiko (2001-), ella no aparece en la línea de sucesión porque las normas de la Casa Imperial de Japón solo permiten que los varones transmitan los derechos dinásticos. Por otro lado, las demás mujeres de la familia, como la princesa Kako (1994-) y la princesa Mako (1991-), están excluidas de la línea de sucesión. Incluso la princesa Nori (1969-), hermana del emperador Naruhito, no tiene derechos sucesorios. 

A pesar de que la Ley Sálica ha generado incertidumbre y ciertas crisis hacia sus futuros herederos, Japón ha preferido aferrarse a sus valores patriarcales y optar por continuar negándoles la posibilidad a las mujeres de acceder al trono. A principio de los 90s e inicios de los 2000 hubo preocupación alrededor del próximo heredo al trono, ya que para ese entonces, el príncipe heredero Naruhito y su esposa tomaron la decisión de tener una solo hija: la princesa Aiko. 

La princesa Aiko de Toshi captada recorriendo los frondosos jardines sobre los alrededores del Palacio Imperial de Tokyo.                                                 Imagen tomada de Nippon (2021). Autoría de la Casa Imperial.
La princesa Aiko de Toshi captada recorriendo los frondosos jardines sobre los alrededores del Palacio Imperial de Tokyo.  Imagen tomada de Nippon (2021). Autoría de la Casa Imperial.

Fue entonces cuando nació el príncipe Hisahito, hermano de la ex princesa Mako y de la actual princesa Kako de Akishino, solventado esta crisis de legado. En otras palabras, Japón percibió inconsistencias en el paradero de sus herederos a raíz amplia discriminación hacia la mujer, por lo que la princesa Aiko, al ser la primera en la línea de sucesión por nacimiento, hubiera sido designada en un futuro como la heredera principal.    

Los príncipes Fumihito y Kiko posan con su hijo, el príncipe Hisahito, junto a su hermana Kako.                                             Imagen tomada de Daily Mail (2022). Autoría de  AP.
Los príncipes Fumihito y Kiko posan con su hijo, el príncipe Hisahito, junto a su hermana Kako. Imagen tomada de Daily Mail (2022). Autoría de AP.

Ante la renuncia de los privilegios imperiales por parte de su hermana Mako, y la amplia diferencia de edad de sus parientes como lo es Aiko, de 23 años, y su hermano Hisahito, de 18 años, Kako (30 años) se ha visto obligada a asumir roles imperiales de alto nivel. 

La princesa Kako de Akishino ostentando por primera vez la tiara de diamantes Mikimoto en su cumpleaños número 20.                                                         Imagen tomada de Getty Images (2017).
La princesa Kako de Akishino ostentando por primera vez la tiara de diamantes Mikimoto en su cumpleaños número 20. Imagen tomada de Getty Images (2017).

Kako ha realizado múltiples viajes diplomáticos con el fin de afianzar los vínculos con sus países aliados. En 2003 realizó una visita oficial hacia el Reino de Tailandia para celebrar el natalicio de la reina Sirikit y recibir una condecoración por parte de la Universidad Ubon.


Pero las contribuciones de Kako no se centran en solo la realización de viajes. Kako ha hecho varios voluntariados en la Cruz Roja combinando sus habilidades como psicóloga.  El más reciente viaje en la región concierne a su visita al Perú en 2023, en conmemoración de los 150 años de relaciones diplomáticas entre Perú y el Japón, así como también resalto la inmigración de los japoneses en ciudades como Lima y Trujillo.   

Visita de Kako en Perú.                                                     Foto tomada de Agencia Peruana de Noticias (2023). Autoría de EFE. 
Visita de Kako en Perú. Foto tomada de Agencia Peruana de Noticias (2023). Autoría de EFE. 

Conclusión

A pesar de los avances tecnológicos y económicos del país, las mujeres aún enfrentan barreras para ascender a puestos directivos en grandes corporaciones (Mitsubishi, Nintendo, Canon). Muchas de las cuales siguen favoreciendo la sucesión masculina, al igual que la Casa Imperial. 


Desafortunadamente, las japonesas presentan innumerables desafíos y obstáculos para aspirar a un cargo político, donde esta resistencia al cambio no solo afecta la equidad de género, sino que también pone en riesgo la competitividad de las empresas japonesas en un mundo donde la diversidad en el liderazgo es clave para la innovación y el crecimiento. Es válido afirmar que en ocasiones las mujeres pueden tener más empatía o destreza para la creación de productos que también atraigan al público femenino en contraste con los hombres. Es decir, una empresa japonesa en donde su núcleo este compuesto en su totalidad por el género masculino, muy posiblemente encontrará dificultades para asimilar patrones de comportamientos o aficiones que se reflejen en un público femenino, lo cual podría afectar las ventas ya que el elemento a presentar tendría ,nuevamente, un enfoque patriarcal.


Así, el debate sobre la sucesión imperial no solo es una cuestión dinástica, sino un reflejo de la necesidad de modernización en el entorno empresarial japonés. El caso de la princesa Kako es excepcional debido a que demuestra que las mujeres poseen todas capacidades para defender la soberanía y derechos de su pueblo. Por consiguiente, es necesario resaltar que es debido al arraigo de su cultura patriarcal quien inhibe la posibilidad de muchas mujeres puedan representar un cargo político. Asimismo, el favoritismo por una figura masculina en todas las esferas de la sociedad japonesa aun continua presente lo que promueve la disparidad de género en entre el pueblo, y reforzando estereotipos que denigran a la mujer. 


Fuentes consultadas

 

 

 

 
 
 

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